“Imagina un mundo de abundancia. Probablemente sería exuberante, pleno y ancestral”, anima a recrear Daniela Zyman, comisaria de la exposición Futuros Abundantes, el estreno de la Fundación Thyssen-Bornemisza de Arte Contemporáneo (TBA21) en Córdoba. Con obras de Ai Weiwei, Allora & Calzadilla, Rivane Neuenschwander, Claudia Comte o Abraham Cruzvillegas, la muestra está llamada a marcar un antes y un después en la relación del arte contemporáneo con la ciudad, y viceversa. Recorremos diez de las obras más icónicas, seleccionadas y comentadas por la propia fundación. Futuros Abundantes puede visitarse en el C3A hasta el 5 de marzo de 2023.

“La historia siempre es la ficha del puzle que falta en todo lo que hacemos”. Esta afirmación del artista plástico y activista chino Ai Weiwei, afincado en Portugal, atestigua que el presente está habitado por fragmentos de la historia y que la tarea ahora consiste en hallar formas de reconstruir estos fragmentos. Hasta cuando resulta oscuro e invisible, el pasado exige una respuesta sin nostalgia. Ai Weiwei, que suele emplear objetos históricos muy valiosos, utiliza en Luz que viaja una columna de la dinastía Ming, que es el eje central de una aparatosa lámpara: el pilar de madera, de casi cinco metros de altura, está apoyado en una base metálica móvil. En su parte superior, 5.000 cuentas de cristal especialmente producidas para esta obra cuelgan de cuatro piezas circulares entrelazadas.

Deseo tu deseo, de Rivane Neuenschwander (Belo Horizonte, Brasil, 1967), es una explosión de color compuesta por cientos de cintas de algodón de diferentes colores que cuelgan de forma desordenada de un muro blanco. La superficie de la pared está llena de pequeños agujeros de taladro que sujetan las tiras o, en su defecto, pedazos de papel enrollado. Cada cinta lleva inscrita una frase que expresa un deseo, una esperanza o un sueño personal, y todas ellas comienzan del mismo modo: I wish, yo deseo, je voudrais, vorrei… Recuerda TBA21 que cuando estaba preparando su primera instalación en 2003, Neuenschwander pidió a 40 personas su aportación a la selección inicial de deseos. Desde entonces, miles de ciudadanos han compartido sus anhelos. Las reglas son sencillas: “Coge una cinta, átala tres veces alrededor de la muñeca o el tobillo, pronuncia un deseo por cada nudo, y sustitúyelo por tu propio deseo”. Cualquiera puede hacer una contribución a la futura colección de deseos añadiendo una nueva nota en los espacios vacíos, explica la Fundación.

Futuros Abundantes interviene en los espacios no utilizados expositivamente del C3A y los reactiva introduciendo vida. Tres patios hexagonales fueron asignados al artista mexicano Abraham Cruzvillegas para que expusiese en ellos esculturas realizadas ex profeso. Los ensamblajes de Cruzvillegas aluden a figuras históricas y ahondan en distintos modos de intervenir en la historia y en la memoria colectiva. Una cita a ciegas con Ibn Zaydun, entre el aceite y el agua es una obra concebida específicamente para esta exposición e invita a conversar con varias figuras: el poeta Ibn Zaydun (1003-1071), posiblemente el más famoso de al-Ándalus, conocido por sus escapadas y por las nuniyyas que dedicó a su amada, la princesa Wallada. La escultura adopta la forma de un puente que conecta las dos orillas del Guadalquivir entre el casco viejo y el Campo de la Verdad –donde se encuentra el C3A–.

La instalación de Daniel Steegmann Mangrané (Barcelona, 1977), con su desconcertante título Infinito incompleto, funciona como punto de entrada a Futuros Abundantes e invita a adentrarse en el mundo compuesto por muchos mundos que despliega la exposición, señala TBA21. Un túnel largo y cavernoso, hecho con recortes de cortinas de aluminio Kriska, teatraliza los rituales de entrada y recuerda la conveniencia de comportarse como buenos invitados al entrar en mundos de “otros”, explica la Fundación. Del techo penden cadenas de colores brillantes típicos del sur de Cataluña, donde transcurrió la infancia del artista. Para Steegmann Mangrané, que suele emplear signos numéricos y símbolos en sus obras, en ocasiones el lenguaje resulta insuficiente como forma de comunicación.

Osteoclasto (No sé cómo llegué a bordo de este barco, este ombligo de mi arca), de Teresa Solar (España, 1985), es una instalación compuesta por dos kayaks, el Radio y el Cúbito, modelados a partir de la forma de huesos humanos. Ambas esculturas forman parte de un conjunto de obras de arte público expuestas en Liverpool. Sugieren la imagen de un esqueleto desarticulado y establecen un vínculo entre la estructura que permite el movimiento del cuerpo humano y uno de los medios de navegación más tradicionales. Al establecer este paralelismo, Solar concibe el cuerpo humano como una entidad porosa y en constante mutación, define TBA21.

Desde hace más de veinte años, el escultor brasileño Ernesto Neto crea un conjunto de obras de nailon transparente rellenas de bolitas de poliestireno y especias aromáticas que aportan forma y olor a sus esculturas. Suspendidas en el espacio y sujetas a la estructura arquitectónica, estos entornos envolventes conforman instalaciones que albergan cuerpos y ofrecen espacios de reposo, define TBA21. Descritas en ocasiones como “esculturas de la experiencia”, pueden ser ocupadas por los visitantes, que se sumergen en este cuerpo y experimentan placeres sensoriales. A través de su superficie suave y sensual, sus contornos esqueléticos blancos y sus apéndices esféricos, Esqueleto glóbulos evoca el cuerpo celular y la morfología de sus tejidos conectivos y vasculares, explica la Fundación.

Combinando escultura y cerámica artesanal tradicional, Asunción Molinos Gordo (Aranda de Duero, Burgos, 1979) rinde homenaje a los variados usos de la alfarería destinada a conservar y transportar agua, y pone sobre la mesa “los juegos de poder” que regulan el acceso a las fuentes de agua, explica TBA21. Jarras, cántaros, cantimploras, palanganas y ritones, producidos en colaboración con tres talleres de Manises (España), replican formas usadas durante siglos en la cuenca mediterránea para transportar, beber y rendir culto al agua. Los collages cerámicos reviven fragmentos de distintas épocas históricas, como la dinastía nazarí, y botijos de engaño, una clase adornada con varios pitorros, algunos de ellos puramente decorativos, y cántaros de novia, un símbolo de abundancia.

La obra de Matthew Ritchie explora las ramificaciones narrativas y los mitos del universo: relatos religiosos, científicos y culturales creados para plasmar patrones simbólicos inagotables y para ofrecer explicaciones que permitan entender los mundos humanos, naturales y suprahumanos, explica la Fundación. La granja familiar es un entorno pictórico compuesto por pinturas, cajas de luz, dibujos murales y una instalación topográfica de gran formato que aúna historia personal, cosmología y los mitos y la geología de Reino Unido. En la instalación de Ritchie colisionan distintas escalas temporales y se dispersan, como en un caleidoscopio, relatos y sistemas de información muy variados.

En la obra de Tomás Saraceno, el aire canaliza las interconexiones entre seres humanos y no humanos, criaturas vivientes y materia no viviente, explica TBA21. Su proyecto de largo recorrido Aeroceno imagina una época sin fronteras ni combustibles fósiles, en que la humanidad colabore con la atmósfera, toma el aire como objeto de investigación y lo convierte en la materia prima de sus obras. En esta línea, Pneuma 5.5 experimenta con vidrio soplado a mano para modelar una delicada pompa de jabón que contiene el pneuma: el aliento, el espíritu de aquello que, como el viento, es invisible.

Las reliquias de un transformador electromagnético, que explotó en Puerto Rico en 2016 y provocó cortes de red y un apagón completo en todo el país, son el punto de partida de esta obra creada por Allora & Calzadilla, un dúo de artistas afincado en Puerto Rico. En ella, estos restos se reinterpretan en forma de instrumento que reproduce flujos de energía. Los aislantes cerámicos y las bobinas del transformador conforman una masa amorfa de cobre con carga eléctrica a modo de central energética. Las piezas proceden de la Central Termoeléctrica Aguirre en Salinas, gestionada por la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico, uno de los principales emisores de bonos responsables de la deuda actual de 74.000 millones de dólares que lastra la economía de Puerto Rico. 

La obra de la francesa Camille Henrot reconsidera las funciones y significados de los objetos y el papel que desempeñan en sistemas de conocimiento consolidados y dominantes. Extrae de la literatura, la biología evolutiva, el cine, la antropología, la religión y la vida cotidiana tanto lo banal como lo potencialmente transformador, explican desde la Fundación. Yo digo es una escultura metálica compuesta por elementos de bronce y aluminio unidos entre sí. Desde un punto de vista formal, la parte de aluminio tiene una forma figurativa con el aspecto de un híbrido antropomórfico entre un brazo y una pierna. Dicho miembro abraza o, más bien, estrangula la parte de bronce, que recuerda a un saco de boxeo bajo presión. El brazo de aluminio se prolonga en una mano que señala con el dedo, lo que tal vez indique una relación de poder y juicio porque, después de todo, señalar con el dedo es otorgarse la autoridad necesaria para hacerlo. 

Tres enormes abetos cuelgan del techo. Cada árbol alberga un relicario tallado, que a su vez custodia una escultura pequeña y delicadamente ejecutada: un gusano de madera, un hacha de mármol y una botella de bronce. Cortados y tallados con sierra mecánica –la artista suiza Claudia Comte ha elegido esta herramienta que no es famosa por su precisión, sino más bien por su fuerza y su carácter práctico– y levemente quemados en la base, los troncos ejercen como pedestales. Al emplear madera procedente de los bosques de su infancia, en las montañas del Jura, pero también ébano, mármol y bronce, la obra de Comte amplía el potencial escultórico de los materiales jugando con sus formas, volúmenes y superficies. 

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